Notes On Fake Nostalgia

by Antonio Díaz Oliva (ADO)

 
 

Notes on Fake Nostalgia

by Antonio Díaz Oliva (ADO)

1

We had both grown up with Fantômas. 

Fantômas–the French anti-hero that was famous in Latin America. 

But not so much in the U.S.

I’m writing this in English, but since my memory of this anti-hero is in Spanish, lo siguiente, creo, es aclarar quién es Fantômas. 

In Spanish.

Fantômas es un antihéroe. Fantômas es una “amenaza elegante”. Fantômas es un Batman francés creado en 1911 que protagonizó libros, películas y muchos cómics. Fantômas es un ícono pop revivido en México durante los años sesenta. Fantômas es el protagonista de una historieta (‘La inteligencia en llamas’) en la que aparece junto a Julio Cortázar y que Cortázar usaría, a su vez, para escribir un experimento literario; Fantomas contra los vampiros multinacionales.

So, Fantômas is like our own always changing relationship with nostalgia.

Fantômas and his different incarnations. First with a chapeau, a black top hat; then, with a blue mask; finally, faceless.

Fantômas, entonces, like a ruthless and particularly elusive anti-hero. But also, charmingly fake. 

F for Fantômas.

F for fake.

2.

Some of these notes come from the night I spent at the Emergency Room, after an accident. I only had my phone with me. I was bored with myself. Bored of looking at the ceiling. So, after several text messages with my wife about our newly born daughter, I started to jump from YouTube video to YouTube video to YouTube video. Until one algo rhythm sent me to a playlist under the following name: 

MELLOW DAYS 

80'S JAPANESE CITY POP

The songs were addictive, exciting, melancholic, and warm at the same time, purely from the 80s, a type of music that instantly grabs you with its artificiality.

I spent most of the night in a low-fi catatonic state until I realized that I had been washed by a complete and overpowering wave of nostalgia.

There was, though, something off.

Why was I so nostalgic about these songs?

I had never lived in Tokyo from the mid-1970s to the early 1990s, when Japan gracefully rode the wave of prosperity. But. I nonetheless felt dragged to that time. A time when Japan was a strong country; a country that didn’t need a future…because its present was already perfect.

That night at the emergency room, listening to City Pop, I became conscious of a different kind of nostalgia. This wasn’t home plus pain, the original equation of nostalgia, this wasn’t the longing for my wife and our daughter and our dog. This was more like an ache. An artificial ache. A type of nostalgia, a fake nostalgia, that trapped me.

3.

Weeks after the accident I scribble notes about some things that could be described as fake nostalgias.

Things like the way Ian Curtis, the singer of the band Joy Division, frantically dances. He makes me long for rainy days in Manchester, but I have never experienced a single rainy day in Manchester. Nor visited Manchester.

Or the TV show The Wonder Years, which makes me nostalgic for the 60’s and suburban life in the U.S. Even though I wasn’t alive in the 60’s and I have never lived in Suburbia.

Or the same with “la movida” in Spain and all the Almodovar movies.

And some objects, too, that put me in this wistful longing mood.

Like plastic-covered furniture.

Or garden gnomes.

Lava lamps.

And so on.

Nostalgia is a tricky business. Yes, we miss the old days, but that doesn’t mean we REALLY want the old days back. Do we? 

On top of that–how can we miss something that we haven’t experienced? Something that we will never experience, like Japan in the 80’s?

4.

The original Nostalgia was an illness that expressed itself in a specific symptom: pain (algia) for the home (nostos). The word was the invention of Johannes Hofer, a military doctor. Hofer treated Swiss soldiers who, after long periods in foreign lands, suffered headaches, sleeplessness, heaviness of heart, hearing voices and seeing ghosts.  The cure for nostalgia was to send the Swiss soldiers back home. Other cultures had different treatments. The Russians, for example, buried alive anyone who showed symptoms of nostalgia. And in this part of the world nostalgia is not an illness, but something to be consumed and turn into profit.

5.

Fantomas contra los vampiros multinacionales was one of the books that my parents had in their library.

Fantomas contra los vampiros multinacionales es la historia de un bibliocidio. Las principales bibliotecas del mundo arden: Roma, Londres, Calcuta, Tokyo. Los libros desaparecen y con eso la cultura se desvanece. Pero también, con eso desparece la memoria de la humanidad.

Entonces aparece Fantomas. Fantomas, aquel “gentleman de capa violeta y máscara blanca que se lanzaba de cabeza hacia el lector”, y que en ese experimento literario, a medio camino entre el cómic y la novela, salvaba el mundo en una época en que se podía salvar al mundo.

Por eso hoy me pregunto: ¿contra qué pelearía Fantomas hoy?

6.

Months after my accident, I’m in our living room observing our daughter.

She’s saying, or I like to think that she is saying: hooola, hooola.

I feel a wave of nostalgia induced by the perfect present; I type on my phone some of these notes as our daughter Penélope rehearses her first sounds.

I decide that I don’t want to remember this; I try to stay in the moment. It’s hard. So. I give up. I record her saying: hooola, hooola.

7.

Maybe Fantomas would fight the Internet since Internet controls and organizes our past.

The Internet like a nostalgia factory that also sells other people’s memories to us. And our memories to other people.

Social media, Facebook and our phones constantly remind us of the moments that highlight our own lives.

But if the Internet is the ultimate nostalgia factory–how are our past and future changing? Is the past our only future? But also–is that even our own past? Are those our memories or someone else’s memories?

8.

To be drawn to what happens, but only when it happens, fully aware that it won’t happen again, is, maybe, a way to deal with all this.

We are living in a world where everything, every moment, can become a piece of our personal archive. We are humans that carry devices with the archives of our humanity. We carry with ourselves both algia and nostos. Pain and home. Also, the fake and the real. And the real and the fake.

Notas sobre la falsa nostalgia

por Antonio Díaz Oliva (ADO)

(Traducción al español de David Ruano González)

1.

Ambos crecimos con Fantômas.

Fantômas, el anti-héroe francés que fue famoso en Latinoamérica.

Pero no tanto en los Estados Unidos.

Estoy escribiendo esto en inglés, pero como mi memoria de este anti-héroe es en español, lo siguiente, creo, es aclarar quién es Fantômas. 

En español.

Fantômas es un antihéroe. Fantômas es una “amenaza elegante”. Fantômas es un Batman francés creado en 1911 que protagonizó libros, películas y muchos cómics. Fantômas es un ícono pop revivido en México durante los años sesenta. Fantômas es el protagonista de una historieta (‘La inteligencia en llamas’) en la que aparece junto a Julio Cortázar y que Cortázar usaría, a su vez, para escribir un experimento literario; Fantomas contra los vampiros multinacionales.

Entonces, Fantômas es como nuestra propia relación siempre cambiante con la nostalgia.

Fantômas y sus diferentes encarnaciones. Primero con un chapeau, un sombrero de copa negro; luego, con una máscara azul; finalmente, sin rostro.

Fantômas, entonces, como un antihéroe despiadado y particularmente escurridizo. Pero también, encantadoramente falso.

F de Fantomas.

F de falso.

2.

Algunas de estas notas provienen de la noche que pasé en Urgencias, después de un accidente. Solo tenía mi teléfono conmigo. Estaba aburrido de mí mismo. Aburrido de mirar el techo. Entonces, después de varios mensajes de texto con mi esposa sobre nuestra hija recién nacida, comencé a saltar de video de YouTube a video de YouTube a video de YouTube. Hasta que un algo ritmo me mandó a una lista de reproducción con el siguiente nombre:

MELLOW DAYS 

80'S JAPANESE CITY POP

Las canciones eran adictivas, emocionantes, melancólicas y cálidas al mismo tiempo, puramente de los 80, un tipo de música que te atrapa instantáneamente con su artificialidad.

Pasé la mayor parte de la noche en un estado catatónico low-fi hasta que me di cuenta de que me había arrastrado una completa y abrumadora ola de nostalgia.

Sin embargo, había algo fuera de lugar.

¿Por qué sentía yo tanta nostalgia por estas canciones?

Nunca había vivido en Tokio de mediados de la década de 1970 a principios de la de 1990, cuando Japón cabalgó con gracia la ola de la prosperidad. Pero. A pesar de ello, me sentí arrastrado a ese momento. Una época en la que Japón era un país fuerte; un país que no necesitaba futuro… porque su presente ya era perfecto.

Esa noche en la sala de urgencias, escuchando City Pop, fui consciente de una nostalgia diferente. Este no era el hogar más el dolor, la ecuación original de la nostalgia, este no era el anhelo por mi esposa y nuestra hija y nuestro perro. Esto era más como un malestar. Un malestar artificial. Una especie de nostalgia, una falsa nostalgia, que me atrapó.


3.

Semanas después del accidente, escribo notas sobre algunas cosas que podrían describirse como nostalgias falsas.

Cosas como la forma en la que Ian Curtis, el cantante de la banda Joy Division, baila frenéticamente. Me hace añorar los días de lluvia en Manchester, aunque nunca he vivido un solo día de lluvia en Manchester. Tampoco he visitado Manchester.

O el programa de televisión The Wonder Years, que me hace sentir nostalgia por los años 60 y la vida suburbana en los EE. UU. Aunque yo no estaba vivo en los años 60 y nunca he vivido en los suburbios.

O lo mismo con “la movida” en España y todas las películas de Almodóvar.

Y algunos objetos, también, que me ponen en este anhelo melancólico.

Como muebles cubiertos de plástico.

O gnomos de jardín.

Lámparas de lava.

Y así.

La nostalgia es un asunto complicado. Sí, extrañamos los viejos tiempos, pero eso no significa que REALMENTE queramos recuperar los viejos tiempos. ¿O sí?

Además de eso, ¿cómo podemos perdernos de algo que no hemos experimentado? ¿Algo que nunca vamos a experimentar, como el Japón en los años 80?

4.

La Nostalgia original era una enfermedad que se expresaba en un síntoma específico: dolor (algia) por el hogar (nostos). La palabra fue invención de Johannes Hofer, un médico militar. Hofer trató a los soldados suizos que, después de largos períodos en tierras extranjeras, sufrían dolores de cabeza, insomnio, pesadez de corazón, escuchaban voces y veían fantasmas. La cura para la nostalgia fue enviar a los soldados suizos de vuelta a casa. Otras culturas tenían tratamientos diferentes. Los rusos, por ejemplo, enterraban vivo a cualquiera que mostrara síntomas de nostalgia. Y en esta parte del mundo la nostalgia no es una enfermedad, sino algo que se consume y se convierte en ganancia.

5.

Fantomas contra los vampiros multinacionales era uno de los libros que mis padres tenían en su biblioteca.

Fantomas contra los vampiros multinacionales es la historia de un bibliocidio. Las principales bibliotecas del mundo arden: Roma, Londres, Calcuta, Tokyo. Los libros desaparecen y con eso la cultura se desvanece. Pero también, con eso desparece la memoria de la humanidad.

Entonces aparece Fantomas. Fantomas, aquel “gentleman de capa violeta y máscara blanca que se lanzaba de cabeza hacia el lector”, y que en ese experimento literario, a medio camino entre el cómic y la novela, salvaba el mundo en una época en que se podía salvar al mundo.

Por eso hoy me pregunto: ¿contra qué pelearía Fantomas hoy?

6.

Meses después de mi accidente, estoy en nuestra sala observando a nuestra hija.

Ella está diciendo, o me gusta pensar que está diciendo: hooola, hooola.

Siento una ola de nostalgia inducida por el presente perfecto; escribo en mi teléfono algunas de estas notas mientras nuestra hija Penélope ensaya sus primeros sonidos.

Decido que no quiero recordar esto; trato de permanecer en el momento. Es difícil. Así que. Me rindo. La grabo diciendo: hooola, hooola.

7.

Tal vez Fantomas lucharía contra el Internet ya que el Internet controla y organiza nuestro pasado.

El Internet como una fábrica de nostalgia que también nos vende recuerdos ajenos. Y nuestros recuerdos a otras personas.

Las redes sociales, Facebook y nuestros teléfonos nos recuerdan constantemente los momentos que resaltan nuestras propias vidas.

Pero si el Internet es la última fábrica de nostalgia, ¿cómo está cambiando nuestro pasado y nuestro futuro? ¿Es el pasado nuestro único futuro? Pero también, ¿es eso incluso nuestro propio pasado? ¿Son esos nuestros recuerdos o los recuerdos de otra persona?

8.

Sentirse atraído por lo que sucede, pero solo cuando sucede, con plena conciencia de que no volverá a suceder, es, quizás, una forma de lidiar con todo esto.

Vivimos en un mundo donde todo, cada momento, puede convertirse en una pieza de nuestro archivo personal. Somos humanos que portamos dispositivos con los archivos de nuestra humanidad. Llevamos con nosotros tanto algia como nostos. Dolor y hogar. Además, lo falso y lo real. Y lo real y lo falso.