spelling light

by Marty McConnell

 
 

spelling light

by Marty McConnell

The question is, how to be your own human and no one else’s, and in your own time.

 

The world and ourselves don’t have to be comprehensible to cohere, to come together in a kind of unified multiplicity. I don’t have to know what the bird’s song means to be made whole by it, any more than I have to understand how to turn and plane a board to adore the woodwork of a floor, any more than I have to know who you are, your name and first desires, to be grateful and elated you exist.
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Understand: there’s the moon, and then there’s the moon in the moon, the mystery that presents itself and the real mystery beneath – what seems to be the riddle of your existence and what the riddle actually is. It seems elliptical, this mystery, because it does turn back on itself, it is itself a turning back, a turning in, the face in the mirror that is and is not your face, is the thing and the representation of the thing, an interpretation of light and glass and today’s dysmorphia, minor or grand. I’ve been alive for as long as I can remember, and it hasn’t gotten any less shocking.

 

The end of the end of everything is a farewell to petty nihilism. A refusal to be cowed by ordinary notions of time that keep us desperately racing toward our graves, accumulating the stuff that makes us feel bigger than death, or so far from it as to be safe. Stuff! Safety! There’s no world without stories, and no stories in which the world does not end.
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How can you love a world you know is going to end? How could you do anything else?

 

The part of the tree torn away by the storm will only become apparent when the leaves fill in. It is too large to grow back in my lifetime. I will never stop mourning what I’ve lost, but I will make a home for it here, among the new blooming. We will never be what we were again, and that is a fact we can use to salt the earth or our food, use for ruin or nutrient.

 

The end of the end of everything is the beginning of everything else.

 

Every time I have been remade I’ve chosen to come back softer. It may be different for you. Still, I recommend this: to remain powerfully tender to the world’s and your becoming.

Does all beginning require chaos? And does all chaos have beginning in it?

What did we think was going to happen? That our lives would simply be handed to us, pies off the assembly line?

 

The end of the end of everything means consuming this life skin and tendon and flesh, right down to the bones. Then using the bones to build a sanctuary, a cathedral where we kneel and keen until we are incense, smoke, joining the air which is everywhere and everything.

 

It is delicious to be out of sync with a world that wants us to bend to its order in order to own us. This is why the free make our own rituals. Creating rupture against the patterns that formed us keeps us from leading elliptical lives that loop in and in on themselves, making us smaller and smaller until we vanish, evaporate, disintegrate.

 

I don’t want to disappear. I don’t want you to disappear either. Let’s stay here as long as we can.  

You know how just before the sun sets, when the pansies are at their most fragrant, the light can make anything gorgeous? The side of a building, your hand on a dog’s back, a puddle?

 

That’s how you are, all possibility -- all your flaws and damages, possibilities. All your secret dreams and sacred habits, possibilities. Doors opening into rooms with doors opening into rooms into rooms -- all your names and knots and tides, every vein and wrinkle, each accidental altar and unmarked burial, maps to the fertile, leashless, spellbending inside.

pronunciar luz

por Marty McConnell

(Traducción al español de Lucía Cornejo)

La cuestión es: cómo ser tu propio humano y el de nadie más. Y a tu propio ritmo. 

 

El mundo y nosotrxs mismxs no tenemos que ser comprensibles para ser coherentes, para confluir en una especie de multiplicidad unificada. Yo no tengo que saber qué significa la canción del pájaro para que me complete, no más de lo que tengo que entender cómo girar y planear sobre una tabla para adorar el acabado de madera de un piso, no más de lo que tengo que saber quién eres, tu nombre y primeros deseos, para estar agradecido y eufórico tú existes.

 

Entiende: existe la luna y la luna de la luna, el misterio que se presenta a sí mismo y el verdadero misterio debajo –lo que parece ser el enigma de tu existencia y lo que el enigma es en realidad. Este misterio parece elíptico porque se vuelca sobre sí mismo, es en sí mismo un volcarse, un adentrarse, el rostro en el espejo que es y no es tu rostro, es la cosa y la representación de la cosa, una interpretación de la luz y el vidrio y de la dismorfia de hoy en día, pequeña o grande. He estado viva desde que tengo memoria y no se ha vuelto menos impactante.

 

El final del final de todo es despedirse de un nihilismo cruel. Una negación a intimidarse por nociones ordinarias del tiempo que nos mantienen en una carrera desesperada hacia nuestras tumbas, acumulando los objetos que nos hacen sentir más eternos que la muerte o tan lejanos de ella como para estar a salvo. ¡Objetos! ¡Seguridad! No hay mundo sin historias y no hay historias en las que el mundo no se acabe.

¿Cómo puedes amar un mundo que sabes que se va a acabar? ¿Cómo podrías hacer cualquier otra cosa?

 

La parte del árbol que la tormenta arrancó solo será aparente cuando las hojas la llenen. Es demasiado extensa para volver a crecer mientras yo viva. Nunca dejaré de dolerme de lo que perdí, pero le haré un hogar aquí, entre los nuevos florecimientos. Nunca seremos lo que fuimos otra vez y ése es un hecho que podemos usar para salar la tierra o nuestra comida, usarlo para destruir o nutrirnos.  

 

El final del final de todo es el comienzo de todo lo demás.

 

Cada vez que me han hecho una vez más, decido volver más suave. Tal vez para ti sea diferente. Aun así, recomiendo esto: permanecer poderosamente tiernx hacia tu devenir y el del mundo.

¿Todo comienzo requiere caos? ¿Y todo caos tiene algún comienzo en él?

 

¿Qué creíamos que iba a pasar? ¿Que nuestras vidas simplemente nos serían dadas como pastelitos hechos uno tras otro?   

 

El final del final de todo significa consumir la piel y tendón y carne de esta vida hasta los huesos. Después usar los huesos para construir un santuario, una catedral donde nos arrodillamos y nos lamentamos hasta que somos incienso, humo, uniéndonos al aire que es todo y está en todas partes.

 

Es delicioso estar fuera de sintonía con un mundo que quiere doblegarnos a su orden para ser nuestro dueño. Por eso los que somos libres creamos nuestros propios rituales. Crear ruptura contra los patrones que nos formaron evita que vivamos vidas elípticas que se repiten una y otra vez sobre sí mismas, haciéndonos más y más pequeños hasta que nos desvanecemos, evaporamos, desintegramos.

 

No quiero desaparecer. Tampoco que tú desaparezcas. Quedémonos aquí todo el tiempo que podamos.

 

¿Te has dado cuenta de cómo antes de que el sol se ponga, cuando los pensamientos están más fragantes, la luz puede hacer que cualquier cosa sea bellísima? ¿El costado de un edificio, tu mano en el lomo de un perro, un charco?  

 

Es así como eres, posibilidad total; todas tus heridas y defectos, posibilidades. Todos tus sueños secretos y hábitos sagrados, posibilidades. Puertas que se abren hacia habitaciones con puertas que se abren hacia habitaciones en habitaciones; todos tus nombres y nudos y mareas, cada vena y arruga, cada altar accidental y entierro sin marca, traza un mapa hacia el interior fértil, sin ataduras, hechizante.